El Albergue San Juan de Dios lleva 40 años siendo puerta de entrada y de esperanza para miles de personas sin hogar. Personas que carecen de una vivienda y han perdido el apoyo familiar y social. En este centro se les ofrece una atención individualizada y humanizada para lograr su recuperación personal, emocional y social.
Cuarenta años siendo testigos de miles de historias, una por cada uno de ellos. Las personas sin hogar no llegan a la exclusión social severa de repente: pasan por un proceso largo y doloroso.
No solo el proceso hacia la exclusión es doloroso, también lo es su superación, tal y como nos cuenta Amelia Oviedo, directora técnica del Albergue: el camino para salir de esta situación es largo, duro y está plagado de dificultades.
“Además de recuperarse a nivel personal, también han de hacer frente al muro de la invisibilidad que como sociedad construimos en torno a ellos, que en ocasiones se traduce en vulneración de derechos, discriminación, sufrimiento, inseguridad, cuando no en agresiones directas.“
Hay tanta casuística como personas: significa que nos puede pasar a cualquiera. Detrás de cada una de las personas, hay biografías marcadas por pérdidas a diferentes niveles. Sucesos como la muerte de un ser querido, una separación sentimental, el desempleo, la pérdida de vivienda, la precariedad laboral, o el nacer en países empobrecidos, unido a la falta de apoyo familiar y social, provocan una situación de vulnerabilidad que puede llevar con facilidad a una situación de calle.
40, son demasiados años.
“Si mañana tenemos que cerrar porque no haya nadie sin hogar, sería la mejor noticia que podíamos dar. Pero creo que es una utopía ya que no se ven cambios estructurales para eliminar las desigualdades sociales, destaca Amelia Oviedo. De hecho, continua Amelia Oviedo, cada vez hay más personas sin hogar y aparecen nuevos rostros, como solicitantes de protección internacional, trabajadores en precario y niñas y niños extranjeros no acompañados que salen de la tutela del Estado para empezar a vivir en una situación de sin hogar.”
Durante estos 40 años, el Albergue San Juan de Dios ha atendido a más de 40.800 personas sin hogar y hemos sido testigos de la capacidad de superación que tantas personas han puesto en marcha en momentos tan críticos y adversos de su existencia.
Para conseguir que sus esfuerzos den el resultado deseado, en el Albergue San Juan de Dios trabajan para acompañar a las personas en situación de exclusión severa en su recuperación poniendo a su alcance herramientas que frenen las consecuencias negativas de estos procesos y promuevan su inserción social y autonomía, reforzándoles la esperanza de que su realidad actual puede cambiar de rumbo.
Al mismo tiempo luchan para cambiar la mirada de la sociedad hacia el sinhogarismo, para que vean que las personas sin hogar son el resultado de la vulneración de derechos sociales, y eliminen estereotipos, prejuicios y miedos, ya que este fenómeno es la manifestación de nuestro fracaso como sociedad.
“Ojalá pudiéramos cerrar nuestras puertas, pero la demanda de alojamiento que se nos presenta diariamente, lejos de mejorar, no deja de ir en aumento. Ningún ser humano merece padecer unas condiciones de carencia tan extrema a todos los niveles. No podemos admitir que en nuestras sociedades desarrolladas haya personas que no pueden cubrir sus necesidades más elementales y se vean obligadas a no tener un sitio en el que vivir.”
“Solo quiero trabajar y ahorrar para tener un futuro mejor”
Llegué aquí tras dos meses en la calle en distintas ciudades. Es lo más duro que he vivido: frío, hambre, miedo, indiferencia de la gente, peligros…
“En el Albergue me siento seguro y tengo las necesidades básicas cubiertas que me permiten pensar en mi futuro. Quiero trabajar para poder ahorrar, y tener un futuro en el que sueño con comprar una casa y ayudar a mi familia.”
En enero empiezo un curso de cocina: quiero ser cocinero, aunque trabajaría en lo que me ofrecieran para cumplir mis sueños.
Se llama Ouassim y tiene 23 años. Llegó a Ceuta desde Marruecos con pasaporte y de ahí a Algeciras en un barco. Salió de su ciudad sin despedirse de su familia porque no me hubieran dejado venir, para conseguir una vida mejor, no para él, para su familia que muchos días no tiene para comer. Mis hermanos pequeños nunca piden por juguetes o golosinas…solo piden comida de verdad.
“Pensé que aquí sería más fácil trabajar y ahorrar, y aunque no lo es, sigue siendo más fácil que en Marruecos.”
Es la historia de Ouassim, pero podría ser la de Pedro, la de Jhony, la de Moussa… o la de Jaqueline, comenta Amelia Oviedo, quien incide además en que desde el Albergue San Juan de Dios apoyamos a todas las personas que se ven afectadas por esta situación con independencia de su nacionalidad, cultura o de la problemática que les ha llevado a verse sin hogar.
Albergue San Juan de Dios Madrid
Desde su puesta en marcha, en 1979, este recurso residencial ha atendido a más de 40.800 personas sin hogar y ha generado más de un millón y medio de estancias.
Situado en pleno corazón del barrio de Chamartín, ha vivido durante estos años continuos cambios de perfiles entre sus usuarios, reflejo de ciclos económicos y contextos globales que van dejando a la deriva a una gran parte de la población.
Desde su creación, la media histórica de la estancia de los residentes ha pasado de 21 días a 96 en el 2018. Se estima que este incremento se debe a la necesidad de una mayor cobertura integral en la asistencia y la atención a las personas en situación de sin hogar, la escasez de salidas laborales y las dificultades en el acceso al mercado de vivienda.